Y después de mirarse al espejo y recordar todas las veces que anteriormente se había visto en él, comenzó a pensar en las posibilidades de su huida
Su vida no le gustaba, a menudo se deprimía, hería su cuerpo y su alma, ella no era feliz..
Pensó que tal vez podía disipar esos sentimientos huyendo, no muy lejos, simplemente a la ciudad, donde pudiera continuar con sus estudios.
Ya era suficiente con el encierro en ese cuerpo que ella sin más, consideraba horrible, gordo, sin chiste, como para también soportar el encierro que le imponían sus estrictos padres. Ella no los soportaba, pero su cobardía no la dejaba decidirse, a menudo pensaba en la edad que tenía, en el dinero que no poseía, en las comodidades que dejaría si huía de su casa; pero al mismo tiempo ya no soportaba el encierro, estaba harta y quería cambiar, tenía ansias de respirar el frescor de la libertad, disfrutar el bullicio de la ciudad.
Ella quería ser su propia manda más, su propia jefa; pero después de divagar unos segundos en ese sueño, despertaba y le dolía saber que su
cobardía no le permitía cambiar lo que tanto odiaba.